miércoles, 23 de febrero de 2011

Compleja lectura de la política internacional

Las revueltas de las últimas semanas han dejado al descubierto el nuevo y complejo panorama internacional. En Oriente Próximo se ha abierto una brecha de una gran dimensión, cuyo alcance aún no lo percibimos en el ancho horizonte. Las dictaduras y personalismos que antaño se sostenían -y se permitían con mayor o menor remilgo- por motivos encubiertos (de todos conocidos) se han visto afectadas de forma grave, solucionándose algunos casos y aflorando otros de mayor empaque que aún están por solucionar de forma satisfactoria: Como el caso de Libia. Lo cierto es que han entrado en escena mecanismos distintos a los acostumbrados para dinamizar las fuerzas sociales (como son las redes sociales, faceboock, etc.), y el timón de mando ya no está totalmente en manos ni en los jefes militares ni en las grandes potencias económicas, a las que también se le escapan entre los dedos los controles de antaño. El dinamismo que han adquirido todas estas revueltas de forma vertiginosa vislumbra a medio plazo cambios importantísimos a nivel planetario, y creo que aún no se percibe más allá que la punta del iceberg. Pero se presume un cambio fuerte. Sobre todo porque la esencia de muchos conflictos está y ha estado soterrada, pero la oscura diplomacia de los potentados no puede mantener ya encubiertos los auténticos intereses económicos que nutren a Europa; ni las situaciones consentidas (con mayor o menor sonrojo); ni las diferencias entre las grandes culturas (choque de civilizaciones) se solucionarán en un abrir y cerrar de ojos; ni los movimientos de masas migratorios con los grandes desajustes económicos; ni un sinfín de etcéteras que están larvados y saliendo a la superficie. La propia dinámica económica con sus fluctuaciones (crisis estructurales, movimientos pendulares de potencias, etc.), y las fuerzas que arribarán muy pronto como primeras potencias económicas (China), prelucian un panorama político plagado de  transformaciones de gran calado. Están cambiando las reglas del juego, y las cartas ya no son las mismas. Creo que vivimos los destellos de grandes cambios a todos los niveles, y los ciudadanos tenemos que estar cada vez más atentos (porque nos incumbe directamente) a una política internacional que está marcando un hito en la Historia. Aunque los gobernantes sigan haciendo lecturas tradicionales, tal vez trasnochadas.
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