sábado, 9 de abril de 2011

Las redes sociales y el poder político

Las redes sociales constituyen un mundo complejo que en lo más profundo se nos escapa. Cierto es que la superficialidad la conocemos todos, y hasta participamos en el invento, pero poseen vertientes técnicas y conceptuales que resultan difíciles de analizar; y aún imposibles de comprender en lo más hondo. Se han inmiscuido (a pesar de nuestra voluntariedad) en nuestras vidas de forma completamente sutil, sustituyendo progresivamente y supliendo de forma grave a los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio, tv). Hoy día nadie duda del protagonismo que ejercen en nuestras vidas, y pareciera uno extraterrestre sino participara en Twitter o Faceboock, cavernícola y de un mundo trasnochado. Nuestros jóvenes adolescentes han visto prácticamente la luz del mundo a través de las redes, por medio de la tecnología (móviles, etc.) y con los sonidos e imágenes de los Mp3-4-5, Ipod, etc. Es la realidad tecnológica y virtual que se ha sobrepuesto al viejo mundo pedestre de realidad más verdadera. Que hoy ya no existe apenas como verdad. Sin embargo, ante esta evidencia de los hechos, nos vemos obligados a realizar una mínima lectura de estas nuevas perspectivas, sus grandes posibilidades y sus limitaciones, sus grandezas y perversidades. A bote pronto, todo son ventajas primorosas, porque la inmediatez y facilidad con que podemos usarlas es sobrecogedora; cualquier evento del planeta lo tenemos ante nuestros ojos con un simple gesto de tecleado; nuestros amigos, y también enemigos, están al instante a nuestra vista como si fuéramos magos..., sus lealtades e incluso las pequeñas infidelidades de todo género y condición. La economía, la sociedad, la política y la cultura se han tenido que reclinar ante los posibilismos de un mundo tecnológico nuevo que rige los destinos de la humanidad. Lo más grave del asunto reside en la mencionada complejidad, a pesar de esa aparente sencillez de funcionamiento y de contenidos. Muy profundo es el fenómeno cuando tantos expertos se dedican ya de lleno a la interpretación de sus vericuetos, y ahí están los trabajos de Ugarte, Uzeta, Terán, Sosa Plata, Zajbert y un largo etcétera para demostrar los entramados de un mundo multiplural: Que se extiende desde lo tecnólógico a los semiótico; desde la percepción lingüística a los recovecos de la sociología y la psicología. Porque las redes sociales constituyen una trama poliédrica aparentemente sencilla, toda vez que nosotros somos simplemente un pequeño vértice de relaciones que nos parece un tanto aprehensible; aunque vislumbremos la complejidad y la proyección social. Partimos de una pequeña red de relaciones personales que puede ser un tanto alargada (100, 200 ó 1000 personal), pero en absoluto pensamos en la extensión que generan los amigos de nuestros amigos..., y los amigos de los amigos de los amigos de nuestros amigos. En tres simples tramas de relación se alcanza una red de 8000 individuos; y con un vínculo ramal de 6 extensiones se abarca hasta cualquier persona del planeta. Que Se dice pronto. Igualmente nos pasa desapercibido el grado de afectación de sus contenidos, porque somos tan ingenuos de pensar que por cuatro contactos que hagamos –o algunas relaciones sociales limitadas –, difícilmente nos pueden afectar. Y eso es un craso error, porque hoy día son ya las redes sociales las que determinan las cuestiones más importantes de la sociedad: Por supuesto los contenidos sociales o culturales (de prensa amarilla), pero también políticos y económicos que se difunden a diario; también las cuestiones afectivas, porque está demostrado que determinan las influencia de obesidad o anorexia, de simpatía o perversidad (en una red social si uno se relaciona con simpáticos y optimistas tiene grandes posibilidades de desarrollar precisamente esa capacidad afectiva (estados emocionales); y en otros sentidos también). Siempre se ha dicho que el mundo es un pañuelo, pero las redes han operativizado ese posibilismo, puesto que a través de ellas trasmitimos (y nos trasmiten) rápidamente las cualidades y pensamientos dominantes de un grupo determinado. Por ello se habla de interconexión y contagio, en tanto que nosotros ingresamos en determinados grupos como opcionalidad personal, pero inevitablemente somos receptores (contagio) de un sinfín de contenidos, afectos, valores etc. que van a ser deteminantes en nosotros. En lo más positivo se puede mencionar la capacidad que nos ofrece a los individuos como motores de cambio, pues cada uno puede promover relaciones e intervenir sobre los demás, e incluso llegar a grandes grupos; podemos ser gestores de grandes cosas, y eso no se ha valorado a veces de forma suficiente. Ahí queda. La influencia que ejercen las grandes redes sociales son abismales. De todo ello habría mucho que decir, y no hay aquí lugar para ello, pero sí me preocupa especialmente la vertiente política de las redes y sus posibilidades. La cosa es complicada, porque tiene muchos entreveramientos. Las instancias políticas y económicas (instituciones) se han incorporado a este lenguaje personalista con sus tremendos medios humanos y materiales, y actúan con una sutileza extraordinaria, con expresividad y a través del anonimato. Resulta manida la expresión de que «Bajo toda arquitectura de información se esconde una estructura de poder», pero hay que tenerla muy en cuenta. Es una dimensión tan clara que no voy a entrar en ella. Sin embargo, me parece importantísima la potencialidad que tienen las redes desde el punto de vista de las individualidades, toda vez que nos permiten ahondar en la política con un poder realmente fáctico. Los ejemplos de Oriente Próximo son elocuentes de que las redes pueden fácilmente tumbar regímenes; pueden desbancar a famosos y políticos concretos, y alzar igualmente a individuos anónimos (tal vez monstruos) sin que se sepa muy bien de donde proceden. Ejemplos los hay de todo tipo, pero bien recientes son las posibilidades de sacar a la luz las corruptelas políticas, las desvergüenzas de los eurodiputados y lo que no son eurodiputados, etc. En cierto modo cabría decir que las redes han permitido en algunos extremos que la Democracia alcanzara espacios y recovecos a los que nunca había llegado; y si se hiciera con honestidad generalizada, serían instrumentos de primer orden. Llaman sin embargo la atención algunas situaciones que nos hacen reflexionar. En Oriente Próximo y Medio Oriente Twitter y Faceboock han cumplido un papel excepcional, pero ¿Por qué en el mundo occidental resultan tan timoratas en las actuaciones de los políticos? ¿Por qué no se han convertido aún en instrumentos tan contundentes con actuaciones políticas, corruptelas, poderes fácticos económicos, etc.? A veces parece que falta un sentido crítico esencial, porque la dimensión política y económica apenas si han sido afectadas aún por un medio tan poderoso. Tal vez haya que justificar esta pusilanimidad en que las redes sociales son muy poderosas en su globalidad, pero su motor y su gas no deja de ser el de individuos (muy diverso, con un pluralismo muy fuerte) con una formación determinada, escaso espíritu crítico y aún muy mediatizados por los poderes tradicionales; también (en occidente) con una posición acomodaticia que nada tiene que ver con el mundo subdesarrollado. Veremos por donde avanzan estas nuevas vías de comunicación, que a la vista de lo presente proyectan cambios substanciales y nuevas relaciones entre el poder y los individuos.

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