lunes, 11 de junio de 2012

RAFAEL..., Arte con Mayúsculas

Ya no se dan genios de este calibre en el mundo actual. A pesar de contar con todas las posibilidades técnicas y humanas..., y la liberalidad de espíritu occidental de nuestro tiempo. Como decía Giorgio Vasari, cuán generoso y benigno se mostró el cielo en su persona acumulando gracias y tesoros; resplandeciente también con una personalidad agraciada de belleza y don de gentes. El maestro de Urbino tuvo la fortuna de nacer en el momento apropiado (Modernidad) y en el espacio justo (Italia) al arrimo de mecenazgos álgidos (Julio II, León X), contando además con el talento de una mente prodigiosa. El contexto renacentista que marcó su existencia fue el caldo de cultivo para explotar como nadie sus posibilidades pictóricas, pero solamente su genialidad portentosa con el pincel le permitió alcanzar las cotas más altas en el oficio; brillar con luz propia y cegadora al lado de las luminarias de Miguel Ángel, Leonardo, Bramante, etc., que irradiaban potencialidades inconmensurables y una superdotación manifiesta. Sin embargo, Rafael dejó bien sentados sus principios de capacidad, sensibilidad y dominio del oficio, de las técnicas más depuradas (al fresco, tabla, óleo...) y de la sensibilidad más fina y personal. El maestro representa la asimilación inigualable del Renacimiento y su sensibilidad clasicista, su espíritu humanista y la técnica depurada en la concepción del espacio embriagada de Modernidad. Su ideal artístico será reconocido hasta la saciedad por las eminencias de su tiempo, y sancionado por el discipulaje que le sencunda en su magisterio y su arte (Julio Romano, Francesco Penni..). La genialidad de Sanzio y su pintura fueron requeridos ya en su tiempo hasta extremos inabarcables, y su abultado taller pudo gratificar con generosidad las exigencias de una demanda social imperiosa sin perder un ápice de la calidad del pintor, que siempre supo tildar sus obras con el membrete de su personalidad: pues sus pinturas llevan la rúbrica creativa del maestro. Rafael deja para posteridad un ideal de belleza que se proyectará en las subsiguientes centurias con idéntico valor al del mundo clásico u otras etapas de nuestra Historia de Arte. El Museo del Prado nos ofrece actualmente la posibilidad de disfrutar de un genio en una exposición completamente inédita e irrepetible (del 12 de Junio al 22 de Septiembre) por la diversidad de obras, procedencias (Prado, Louvre...) y calidades: retratos, pinturas de altar, familias sagradas, etcétera. Nadie como él proyecta con su mirada privilegiada y sensibilidad exquisita esas tipologías de Vírgenes y retratos tan asentados en nuestro imaginario (Castiglione, Santa Cecilia, Virgenes y niños), que nos seduce con esa impronta tan suya preñada de ternura y humanidad que desplegaba este pintor superdotado del Renacimiento. Solamente su prematura e inesperada muerte a los 37 años pudo frustrar un futuro que se presagiaba inmenso de cambios y transformaciones en su pincel. Pero ya había cumplido sobradamente su magisterio.

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