lunes, 20 de febrero de 2012

La Percepción Humana

Cada vez sabemos menos -es decir, un poco más- sobre la percepción humana, y son muchos los estudios e investigaciones que se realizan sobre nuestra manera de aprehender el mundo; sin embargo, las cosas se complican cada vez más cuando descubrimos que los sentidos nos engañan mucho, o no comprendemos bien la manera en la que actúan facilitándonos la vida. Hasta hace poco más de cien años la cosa era sencilla, porque la Psicología estaba en pañales y ni siquiera nos planteabamos la complición que tiene el mundo, que no es tal cual nos parece, sino que lo miramos con muchos filtros, y no es que desbarremos mucho o poco, es que queremos mirar y objetivizar algo que no existe. Hace algunas décadas se viene profundizando en las cuestiones perceptivas sensoriales (visula, auditiva...), dando grandes avances, pero existen otras percepciones que atienden a la comprensión de las cosas desde la inteligencia, la emotividad (que nos manipula la percepción constantemente), etc. Hasta con las cosas más sencillas se puede demostrar la complejidad de nuestra percepción. Véase el siguiente ejemplo, que ya es clásico, de hace muchos años:

Sgeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esetn ecsritas en la psiocion cocrrtea.
El rsteo peuden etsar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams.
Etso es pquore
no lemeos cada ltera por si msima, snio la paalbra en un tdoo. presnoamelnte me preace icrneilbe.

domingo, 19 de febrero de 2012

Talentos en fuga

Hace años que los jóvenes más cualificados se van de España. La crisis no ha hecho más que rubricar e intensificar una tendencia acusada, poniendo de manifiesto que el mercado laboral no solamente no puede absorber la mitad de la población joven (48,5 % de parados), sino que es incapaz de dar empleo a los que tienen una formación extraordinariamente calificada (31 % según Eurostat). Resulta paradójico y difícil de asumir, pero en pocos años hemos pasado de ser un país típico de recepción de inmigrantes (africanos y latinoamericanos, del oriente europeo) a otro de emigrantes; desde una situación de crecimiento abultado en las pasadas décadas a la debacle que preside nuestra economía en la actualidad. Bien es cierto que los jóvenes altamente cualificados siempre lo han tenido difícil en España, por los retrasos de todos conocidos en el ámbito de la investigación, las faltas de inversiones, precariedad de los becarios universitarios y dificultad en la inserción en los medios adecuados o sectores de innovación. Con todo ello, las mejoras en formación y especialización han sido evidentes, y el nutrido elenco de universitarios ha facilitado la existencia de generaciones bien preparadas y tituladas, con especialización abultada, doctorados y másteres; sin embargo, por las cábalas del destino –y los desmanes del sistema capitalista, los mercados insatisfechos, etc.– ha cambiado el signo de nuestra Historia, retrayéndonos a las décadas migratorias de los sesenta para cubrir las faltas de mano de obra de la Europa, desvencijada de la Segunda Guerra Mundial. Ahora nuestros jóvenes tienen que partir ante la imposibilidad de encontrar en nuestro país trabajos no solamente acordes con sus capacitaciones profesiones, sino ningún tipo de actividad; además de no poder –en caso de que encontrarlo– disfrutar de un sueldo y un estilo de vida parangonable al que les ofrecen los países receptores de la Unión Europea, América del Norte o países fuertemente desarrollados. De esta guisa que la escorrentía de jóvenes hacia el exterior es hoy por hoy sangrante (previsibles 600.000 en 2012), pues más de 300.000 han salido allende de nuestras fronteras en búsqueda de nuevos horizontes. Nada importan las deficiencias lingüísticas, que constituyen un problema de primera magnitud –porque en España el dominio de las lenguas está enquistado sin saber porqué–, ni las dificultades de adaptación o la imposibilidad de regreso (que se hace difícil), pues los jóvenes se lanzan ya en avalancha hacia cualquier destino en el que se ve un poco de luz: hacia Francia los vinculados al ámbito sanitario; a Reino Unido y Alemania los ingenieros y técnicos; a Canadá y EE.UU. investigadores; y los arquitectos a un sinfín de destinos con un amplio abanico de oportunidades en las potencias emergentes. Claro que el contingente de emigrantes no es homogéneo en la formación, ni es estrictamente constreñido a unas edades determinadas, aunque la mayoría se encuentren lógicamente en segmentos de población joven y madura; en este tenor nos encontramos que más allá de las carreras técnicas y jóvenes especializados, existe también un amplio sector de españoles que se ven obligados a trabajar en Europa –con gran satisfacción y sin remilgo alguno– en actividades de todo tipo, desde los abultados empleos en supermercados y servicios a figurines de parques temáticos; el espectro es muy amplio y diversificado, pero en cualquier caso suple las incompetencia del mercado de trabajo español, que no da ni para eso y nos romperíamos los dientes por conseguir un puesto de esta índole. Lo más grave, sin embargo, está en esa otra panoplia de jóvenes (treintañeros) y más jóvenes (niños y adolescentes aún) que no poseen formación adecuada y han perdido puestos de trabajo que nunca más se recuperarán, porque pertenecían de lleno a ese sector de la construcción (burbuja inmobiliaria) que no se puede recomponer. Esos jóvenes y menos jóvenes constituyen una abultada nómina de parados para los que va a resultar imposible una recolocación en nuevos sectores, que exigen una preparación, formación y nueva mentalidad para incorporarse a las nuevas necesidades de la economía. Además de toda una pléyade de estudiantes que aún vegeta en nuestras universidades, y no se mueve en parámetros de excelencia. Doctores tiene la iglesia, y los políticos auspiciarán soluciones acordes con el sistema económico, los nuevos modelos productivos y la perspectiva existente de población activa, pero a simple vista se nos antoja un problema de primerísimo orden, toda vez que hablamos de elevadísimas cifras por encima de un millón y medio que tendrán dificultades graves; más allá por supuesto de la presunción de una recuperación económica en los próximos años, de la activación general de la tasa de empleo y de sectores económicos y ámbitos de renovación. Por ahora la reflexión más profunda se cierne en esa diáspora de emigrantes hacia los países más potentes de la tierra que le ofrecen no solamente un puesto de trabajo digno, sino una estabilidad, la posibilidad de trabajar en lo que han estudiado, un nivel de vida digno y satisfactorio, y el estatus que merecen en un mundo desarrollado. Por ahora España solamente les ofrece incompetencia, frustración y desaliento. Tal vez algún día puedan regresar a su país, pero lo harán ya con la mirada torcida del emigrante que un día tuvo que partir, habiendo encontrado en otro lugar lo que el suyo no les dio; con el desarraigo y el recuerdo sempiterno de la fuga. La migración forzada siempre tiene una mirada cargada de desconsuelo y desazón.

jueves, 9 de febrero de 2012

Las posibilidades de Google


Ver Algunas de las antiguas industrias de Pozoblanco de los ss. XIX y XX en un mapa más grande Las posibilidades que ofrece GOOGLE son inmensas, y para la educación, y los procesos de enseñanza aprendizaje, se ha convertido hace mucho en una herramienta fundamental. Tanto para Geografía como Historia la herramienta de Google Maps es ya indispensable por las posibilidades de interacturación que permite, proyectanto temas u objetos de estudio, analizando mapas con referencias, incorporando análisis, fotos, vídeos, etc.

domingo, 5 de febrero de 2012

Siria. Sin luz en el horizonte

Un ciudadano de a pie no puede entender, nunca, que las cuitas políticas y los intereses económicos de las potencias mundiales justifiquen la muerte de miles de inocentes. El caso de Siria es sangrante como tantos otros, y por supuesto avalado por comportamientos manidos de los que mandan y deciden. Una y otra vez nos rasgamos las vestiduras de los avatares bélicos del mundo ante la tragedia, cuando se trata de dictaduras de cuarenta años; de mandatarios que no tiemblan en reprimir al grueso de la población, con muerte de miles de civiles, con la constante violación de los derechos humanos, etc. Hace ya un año que La Primavera Árabe abrió un horizonte de luz para algunos de los países del litoral Mediterráneo –con todos los entresijos y problemáticas políticas y económicas que aún perduran–, pero con silencios y permisiones mundiales para otros, que continuaron abiertamente manteniendo los regímenes dictatoriales, sin avance alguno hacia la democracia, y con mirada altiva sin recato. El avispero de Siria en foco neurálgico de Oriente medio –bordeada por Turquía, Israel, Jordania y Líbano– se nutre de cuestiones geopolíticas, económicas, sociales y culturales que propician la cautela de las potencias e instituciones internacionales, aunque los ciudadanos del mundo y una buena parte del país no puedan entender la permisión de la situación; ni ahora ni antes. Que vivamos en el s. XXI con los mismos designios de hace décadas (la Guerra Fría), sin haber avanzado ni un ápice en democracia, en política internacional, en primacías geopolítica de status quo, en bipolarización, etc. etc..., es una cuestión sangrante. La frustración de las personas de bien es completa y desoladora, cuando entran en liza intereses encontrados de distinta naturaleza: la incomprensible existencia y mantenimiento de satrapías extemporáneas, como la de esta saga de la República Árabe Hereditaria por Bashar al Assad; la confrontación Israelí-Palestina con apoyos incondicionales de uno y otro lado; y los graves enfrentamientos políticos y socioculturales entre los sunís y alauitas (Oeste del país). De muy poco sirve que los gurús de Occidente se encuentren a estas alturas al frente de los principios democráticos en contra de Siria (EE.UU, Francia, etc.), o la Liga Árabe, porque el poliedro de aristas, alianzas e intereses de Siria a nivel local, regional e internacional es contundente: el ejército de la dictadura es efectivo en la muerte (más de 5.000 muertos), a pesar de las deserciones de una pléyade de rebeldes que no pueden contrarrestar la fuerza de un dictador inamovible; la mayoría de sirios teme desgraciadamente el cambio y asume la dictadura; el Consejo de Seguridad de la ONU, con fuerzas encontradas en su seno (entre poderosos), resulta incompetente e incapaz de resolver la situación, con el sempiterno apoyo de Rusia defendiendo posiciones geoestratégicas de salida al Mediterráneo, que con el apoyo de China vetan alegremente en el Consejo de Seguridad (ONU) la penalización de hechos detestables con centenares de muertos a diario. De otra parte la complejidad del contexto geográfico, pues las naciones limítrofes se mueven en un sinfín de contrariedades políticas e intereses económicos, desde el apoyo político y económico (Irán) a la resistencia y favor hacia los rebeldes contra el régimen. A fin de cuentas, un mare magnum de intereses que difícilmente se pueden resolver de un plumazo, pero la muerte de los inocentes y la falta de un horizonte de luz hace que nos sintamos indefensos. La guerra civil está servida. Una vez más se constata la triste realidad de que el hombre sigue siendo desde la Prehistoria incapaz de solucionar sus affaires de forma pacífica. Debe ser ese nuestro destino, aunque en el entresijo de estas contiendas desgarradoras siempre pagan más caro los inocentes (niños y gentes sencillas),  que nunca estuvieron en ninguna mesa de negociación, en ningún consejo de seguridad, en gobiernos o centros de decisión. Ellos son desgraciadamente los protagonista que chillan simplemente con el horror de su muerte.
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