miércoles, 12 de febrero de 2014

Campoamor


 
El doodle diario de Google homenajea hoy la efeméride de Clara Campoamor (126 aniversario), y  no le falta razón para enaltecer a una de las mujeres más grandes de nuestro país; al menos una de las más briosas en la lucha por los derechos de la mujer. Clara es una mujer de principios. Una de esas figuras históricas que merece estar como referencia inequívoca de lucha por la dignidad, igualdad y respeto hacia la mujer ante la omnipotencia tradicional del hombre. Campoamor nace al abrigo de las agujas de su madre y del rigor del padre en el ejercicio de la contabilidad de un periódico, curtiéndose personalmente en lides diversas que le enseñan las diferencias y desigualdades de una mujer sin posibles (maestra, auxiliar, telefonista…). Su elevado espíritu le catapulta hacia posiciones de relieve, sobre todo a partir de una firme preparación en el estudio y en esa vía profesional que iba a ser de tanta importancia, como lo era el Derecho, para poder defender los derechos de la mujer desde la mejor atalaya. Con la ley y contra la ley. Fue sin duda una mujer capacitada, firme en su pensamiento de hondo calado, habilidosa en su dialéctica estremecedora; contundente en sus decisiones para defender lo que es de justicia. Cuánto le debemos. Su coraje es estremecedor defendiendo postulados evidentes contra otros que hoy día hasta da vergüenza contemplar sin rubor. La sensibilidad social y su activismo inequívoco político le facilitaron estar presente en escenarios de privilegio (el Congreso), luchando por algunos de los derechos históricos más relevantes de todos los tiempos (divorcio, voto, dignidad, etcétera).  Más que unas siglas políticas defendió siempre unos principios que veía insultados por la tradición, y no le importó transitar por las acequias del trasfuguismo desde la opción de la alianza azañista hacia el Partido Radical de Lerroux para poder alzar su voz en el foro  más importante de la política patria. Ahí dejará sembrados sus principios con sudor y todo su aliento, alzándose como un huracán contra esos gerifaltes carpetovetónicos que ponían en entredicho una premisa tan sencilla como que la igualdad, la dignidad y el respeto arrancaba desde el voto de la mujer: libre y capacitada. Pero la Historia está sembrada de aristas que dificultan hasta lo más sencillo: pues quiso el destino que su oponente más fuerte, en la defensa del sufragio femenino, fuera ni más ni menos que una mujer arrebatada igualmente de valentía, como lo era Doña Victoria Kent. Cara a cara se enfrentarán con el corazón y la cabeza en un punto donde ambas estaban en lo esencial de acuerdo, pero no en las formas ni en los momentos. Clara defenderá con energía el derecho al voto por encima de las circunstancias puntuales; por encima de los intereses partidistas y de la política…, con la verdad en los dientes y a corazón abierto.  Sus palabras quedaron para la posteridad como afilados punzones templados en el horno de la sinceridad, la honestidad y las firmes creencias. Ella murió en condiciones penosas del exilio, desgraciadamente, pero su elevado espíritu y la defensa del voto quedaron consagrados en la Constitución (aquélla y la democrática de 1978) con tinta eterna para resarcir una ignominia que debía hacerse por principio. Y ella lo hizo con grandeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...